La guerra de Restauración
Guerra
llevada a cabo en Santo Domingo desde 1863 hasta 1865 entre los dominicanos y
España, que el conservadurismo dominicano
La Restauración fue un movimiento
popular y nacionalista que mediante la guerra revolucionaria, devolvió a la
República Dominicana su independencia, el 3 de marzo de 1865.
La Restauración
fue un movimiento popular y nacionalista que mediante la guerra Revolucionaria,
devolvió a la República Dominicana su independencia. La base social de ese
movimiento estaba constituida, fundamentalmente por campesinos, la gurgucia
urbana. Estas clases enarbolaron la bandera del Republicanismo democrático como
representantes del progreso económico Social y Político en su época histórica.
La Restauración
fue además el mayor movimiento armado que conoció el país en toda su
existencia, a partir incluso de los tiempos coloniales.
El 16 de agosto,
los dominicanos conmemoran otro aniversario del inicio de los actos bélicos,
que desataron la guerra domínico-española, por la restauración de la República
Dominicana, que había sido proclamada el 27 de febrero de 1844, pero desde su
fundación estuvo amenazada por las luchas intestinas de sus fundadores y otros que
aún siendo acabados de llegar, ejercieron un protagonismo y una presión tan
deliberante, que terminaron desplazando a los más sacrificados por la patria.
A estas luchas de
intereses entre los dominicanos, se sumaron las constantes invasiones, amenazas
y presiones de los haitianos, quienes alegaban que desde el tratado de Basilea
en 1795, la isla era una sola e indivisible y por lo tanto se oponían a la
independencia del territorio que ellos siempre habían reclamado y que habían
gobernado desde el 9 de febrero de 1822, hasta el 27 de febrero de 1844.
También
presionaban e instigaban potencias como Francia, España, Inglaterra y el
naciente imperio del norte, como llamara José Martí a los Estados Unidos de
América. Estas potencias no tenían ningún interés real en el territorio
dominicano, sino tenerlo como base para sus defensas o para atacar a otras
potencias, por eso el desenfrenado interés por la estratégica bahía de Samaná.
En el caso de los
haitianos, ya que ellos sólo querían esa parte de la isla para evitar que
cayera en manos de alguna de esas potencias y en caso de verse atacados, dar a
Quisqueya como botín de guerra, en un eventual acuerdo de paz.
En este estado de
efervescencia, intranquilidad e inestabilidad social, política y económica, así
como los constantes cambios de gobernantes y el revanchismo político, el país
pasó sus primeros trece años de vida republicana, hasta que el 7 de julio de
1857, estalló un movimiento en todo el Cibao, que es conocido en la historia
dominicana como la Revolución de Julio y terminó con el derrocamiento del
segundo gobierno de Buenaventura Báez y abriendo el camino para el tercer y
último gobierno de Pedro Santana.
El proceso de la
anexión a España fue largo, ya que se acompañó de proyectos y gestiones como
las que encabezaron Buenaventura Báez en 1846 y 1857, Mella y Felipe Alfaú en 1853.
Ya para 1860 la
anexión a España comienza a germinar, a raíz de una larga exposición que
escribió Pedro Santana a la reina Isabel II.
En esa carta Santana
fundamenta la solicitud, señalando entre otras cosas, que el hecho de tener el
mismo origen, religión y costumbres “nos inclinan a desear encontrar esa
estabilidad en una más perfecta unión con la que fue nuestra madre patria que
la que existe y seguramente nos presentará mejor oportunidad que las que
ofrecen hoy las circunstancias”.
Como resultado de esta
solicitud, llegó a Santo Domingo el general español Gutiérrez de Rubalcaba para
estudiar la situación y rendir un informe, el cual fue favorable a la petición
de anexión y Santana procedió a someter las bases en que debía apoyarse la
anexión, las cuales especificaban lo siguiente:
- El respeto a la libertad
individual y al principio de no esclavitud.
- Que el territorio dominicano
fuera considerado como una provincia española y como tal, disfrutará de
los derechos correspondientes.
- La utilización del mayor
número de hombres, especialmente los del ejército, que desde 1844 habían
prestado importantes servicios a la patria.
- La amortización del papel
moneda circulante, como una de las primeras medidas.
- El reconocimiento y validez
de los actos gubernamentales, ocurridos en el país desde 1844.
Al comenzar el año
1861, los anexionistas se apoyaban en todo tipo de excusas para simular sus
propósitos y mientras por un lado justificaban ante el gobierno español que la
anexión se haría “conforme a los deseos que siempre habían manifestado los
dominicanos”, por el otro lado se desarrollaba una política represiva, tratando
de ahogar en sangre, cárceles y deportaciones, todo tipo de protesta que iban
surgiendo en el país, y también se buscaba y se obtenía al precio que fuera,
adhesión de los jefes militares y de grupos y personalidades influyentes.
Se colocaron
personas de extrema confianza en los puestos claves, se escribieron circulares
a funcionarios civiles y militares, así como a los cónsules y representantes
diplomáticos acreditados en el país y se puso en funcionamiento la maquinaria
propagandística para comunicarle al país, que ya la anexión era una realidad.
Para las primeras
horas de la mañana del 18 de marzo de 1861, Pedro Santana, el primero y último
presidente de la que hasta entonces había sido la República Dominicana, convocó
al “pueblo” a la plaza de la catedral, hoy parque Colón, para darle
oficialmente la “gran noticia” y bajar la bandera dominicana, para izar el
pabellón español y entre las proclamas y argumentos en el acto de entrega,
Santana proclamó lo siguiente:
“España nos
protege, su pabellón nos cubre, sus armas impondrán a los extraños, reconoce
nuestras libertades; Y juntos las defenderemos, formando un solo pueblo, una
sola familia, como siempre fuimos; Juntos nos presentaremos ante los altares
que la madre patria erigiera”.
La vuelta a la
situación colonial se puso de manifiesto no sólo con la reincorporación del
territorio a España, sino con el establecimiento de viejas modalidades
coloniales, tales como instauración de las instituciones jurídicas hispánicas,
un clima inquisitorial y de intolerancia religiosa, el predominio de los
peninsulares y los prejuicios raciales frente a los nativos, entre otras
barbaridades.
Al producirse la
anexión, Pedro Santana quedó como gobernador interino de la colonia, hasta que
fue confirmado en el mando en mayo de 1861, cuando la reina Isabel II reconoció
oficialmente el traspaso territorial y empezó a tomar decisiones en su
readquirida colonia, mandando personal administrativo desde Cuba y Puerto Rico,
pero antes se hicieron oír las protestas de países como Chile, Perú, Haití, Francia,
Inglaterra, Venezuela, Alemania y Estados Unidos, entre otros.
El descontento de
muchos nativos que se oponían a la anexión, nunca se apagó y por el contrario,
todas las medidas y accionar de los españoles, contribuían a incrementar el
sentimiento patrio y muy pronto comenzaron los focos de resistencia que
luchaban por el retorno a la vida republicana, que con sus virtudes y defectos,
garantizaba por lo menos un mínimo de libertades e igualdad entre los
ciudadanos.
España en ningún
momento cumplió con los acuerdos que fundamentaban la anexión y las medidas
económicas y represivas en contra de la población, no sólo traspasó lo
administrativo y militar, sino que también volvieron medidas esclavistas y
raciales, donde hasta la Iglesia Católica desconocía a los sacerdotes
dominicanos.
Se fueron
desatando varios movimientos tendentes a expulsar a los españoles y restablecer
la república, como el levantamiento en Moca dirigido por José Contreras, el
movimiento de la Regeneración Dominicana y el asalto de Neyba, ocurrido en
febrero de 1863, dirigido por Cayetano Velásquez, también el día 21 de febrero
de ese mismo año, Santiago Rodríguez encabezó un movimiento que culminó con el
levantamiento y toma de Guayubin, donde los dominicanos sorprendieron la
guarnición española y convirtieron toda la región noroeste en un bastión
importante de la resistencia, ya que lograron el levantamiento de varias
comunidades.
El estado de
sitio, los apresamientos y fusilamientos emprendidos por los españoles,
acrecentaron aún más las luchas de los restauradores y el amanecer del 16 de
agosto de 1863, fue fiel testigo del ataque a Santiago, por hombres encabezados
por Benito Monción, Gaspar Polanco, Benigno Filomeno Rojas, Cayetano Germosén, Olegario Tenarez,
Eugenio Miches y Gregorio Luperón, entre otros.
Mientras que otro
grupo encabezado por Santiago Rodríguez, Pedro Antonio Pimentel, José Antonio Salcedo, Lucas Evangelista de Peña y Federico de Jesús García, entre otros, enarboló la insignia
tricolor, símbolo del pabellón dominicano, en el cerro de Capotillo, en la hoy
provincia de Dajabón.
El movimiento
restaurador abarcó a todos los sectores en los diferentes aspectos sociales,
políticos y militares, en los que también podemos destacar la ayuda económica y
bélica, de países como Venezuela y Haití.
Para finales del
año 1864, ya el movimiento restaurador abarcaba todo el territorio dominicano,
bajo el criterio de que la República todavía existía y bajo la consigna de
“Libertad o Muerte” y “Guerra a Muerte Contra el Colonialismo Español y los
Traidores a la Patria”.
Al comenzar el año
de 1865, Geffrard, el presidente de Haití, envió un comisionado para mediar en
la guerra y en los intercambios de prisioneros, que ya se había iniciado entre
comisionados españoles y restauradores, así como el acuartelamiento y ubicación
de todas las tropas españolas.
El día 3 de marzo
de 1865, el gobierno español emitió el “Real decreto” que determinó el abandono
por parte de España, del territorio dominicano y anulando el pacto de anexión.
Las tropas
españolas iniciaron el proceso de evacuación el día 10 de julio de 1865,
iniciándose así la segunda república bajo el mando de Pedro Antonio Pimentel,
quien había sustituido a la Junta Central Gubernativa, el primero de marzo.