¿Uno o varios Padres de la Patria?
Resumido
del Prólogo al libro El
Mito de los Padres de la Patria, de J.I. Jiménez Grullón
El dominicano desde su
niñez comienza a familiarse entre otras originales costumbres, con la
tradicional doctrina del número tres. Así en el hogar aprende la existencia de
los "tres Reyes Magos": Gaspar, Melchor y Baltazar; en la iglesia,
"las tres divinas personas": Padre, Hijo y Espíritu Santo; en la
escuela, "los tres Padres de la Patria": Duarte; Sánchez y Mella.
Luego seguirá conociendo: las tres regiones naturales que componen el país:
Cibao, Sur y Este; los tres colores de la bandera nacional: azul, rojo y
blanco; las tres divisas del lema nacional: Dios, Patria y Libertad; las tres
grandes cordilleras: Septentrional, Central y Meridional; los tres grandes
dominios fluviales: Yaque del Norte, Yuna y Yaque del Sur; la base triple de
tres miembros cada uno que constituían la sociedad patriótica "La
Trinitaria" y muchísimos otros "tres".
En
tales circunstancias, resulta un poco extraño que haya personas que aboguen por
la desaparición de los tres Padres de la Patria, como lo propugnó Jimenes
Grullón, al considerar a dicha tríada como "mito con raices
espúreas". Cierto es, que el tiempo y la investigación han venido
lentamente socavando semejante tríada, al extremo que no resulta aventurado
afirmar que la tendencia natural que hoy se manifiesta finalizará en un no muy
lejano día con una exterminación de esa tradición. Espontáneamente, sin
deliberación previa, en círculos oficiales y privados, se va imponiendo, pese a
algunos de sus detractores, una figura central y superior, la figura de Juan
Pablo Duarte.
En
nuestras múltiples conversaciones y contactos con personas amantes de los
estudios históricos, no importa su edad o escuela, hemos podido apreciar la
existencia con fuerza de golpeante realidad, sin apasionamientos ni prejuicios,
de un sentimiento generalizado y abrumador que proclama a Duarte como el único
y verdadero Padre de la Patria. Y no hay que dudar que esa corriente
mayoritaria sea la causa de que, a medida que pasa el tiempo, se vayan
multiplicando los homenajes y conmemoraciones duartianas, y en cambio, se vayan
reduciendo los mismos tributos en favor de Sánchez y de Mella.
Tal
consenso no es mero capricho, soberbia inútil o ciega obstinación. Es el fruto
de la investigación serena y el estudio desapasionado. Cuando se busca el
origen de nuestra nacionalidad y el ideal que la sustentó, cuando se busca la
fé prodigiosa que necesitó esa nacionalidad para poder subsistir en una época
en la cual se dudaba tanto de ella, se encuentra uno, quiéralo o no, frente a
frente, con Juan Pablo Duarte. ¿No es pues aquí donde debe residir la
paternidad de la Patria? Porque de ese mismo pensamiento tenaz, de esa misma
esperanza invencible, saldrían las posteriores ejecutorias, como fueron la obra
inicial del 27 de Febrero y las gloriosas acciones reafirmadoras del 19 de
Marzo y del 30 de Marzo. Como lo serían con el correr del tiempo, las batallas
de Las Carreras, Santomé, Beller, Sabana Larga; la Restauración Nacional, el
rechazo de los proyectos anexionistas de Báez y la resistencia a las
ocupaciones norteamericanas de 1916-1924 y de 1965, así .como todos los demás
gestos y acciones nacionalistas que registra nuestra historia. No importa que
haya presencia física, porque la presencia física desaparece en unas cuantas
décadas de vida terrenal, mientras que la Patria dura centurias y más
centurias. Lo que importa es la proyección a través del tiempo del ideal
nacionalista, ése que mantiene en todo momento la soberanía, la independencia y
la dignidad de la República. El fundador, el creador de ese ideal que mantiene
la vigencia y la realidad de la Patria, es indudablemente el Padre.
Si
la presencia de Sánchez y de Mella en la Puerta del Conde es uno de los
factores más importantes que se han tomado en cuenta para proclamarlos Padres
de la Patria, entonces tendremos que ha habido notoria injusticia con respecto
a otros próceres dominicanos. Entonces Padres de la Patria serían Santana por
el 19 de Marzo, Imbert y Valerio por el 30 de Marzo; Bobadilla, Báez y Valencia
por haber organizado políticamente el Estado Dominicano y así sucesivamente
muchos otros pioneros de los primeros días de vida republicana. Porque sin
todos esos acontecimientos que se sumaron a su causa, el 27 de Febrero hubiera
perecido en su cuna.
En el terreno mortal la primacía de Duarte es
reconocida por sus propios contemporáneos. En la gloria y en la adversidad.
En la gloria:
a. Presidente
y fundador de la sociedad La Trinitaria, 16 de Julio de 1838;
b. Jefe
del Partido liberal y nacionalista "Duartista" o "filorio";
c. Proclamada
la República es inmediatamente solicitado mediante embajada especial para que
regrese a la Patria, 2 de Marzo de 1844;
d. Saludado
como Padre de la Patria por el Arzobispo Portes, 15 de Marzo de 1844;
e. Comandante
en Jefe del Ejército propuesto por la oficialidad castrense de Santo Domingo,
31 de Mayo de 1844;
f. Proclamado
Presidente de la República por Mella, Julio 1844.
En la adversidad:
a. El
más tenazmente perseguido por el Presidente [haitiano] Herard, Julio 1843;
b. Sus
ideales considerados como "aspiraciones criminales de Juan Pablo Duarte y
consortes", en proclama de Santana, Julio 1844;
c. Llamado
"el anarquista Duarte" y su obra juzgada como "proyecto
elaborado de antemano por el General Duarte y sus partidarios tendiente
a.sustituir el pabellón dominicano con la bandera de Colombia", en
Proclama del General Pedro Santana, 28 de Julio de 1844;
d. Declarado
en primer lugar, seguido por Mella y Sánchez, como "traidor e infiel a la
Patria y como tal indigno de los empleos y cargos que ejercía", por
sentencia de la Junta Central Gubernativa, del 22 de Julio de 1844;
e. Tachado
de "joven inexperto, que lejos de haber servido a su país, jamás ha hecho
otra cosa que comprometer su seguridad y libertades" por Tornás Bobadilla
en su discurso inaugural del Soberano Congreso Constituyente de San Cristóbal;
f. Su
familia es la única del grupo trinitario que es deportada por Santana, 3 Marzo
1845.
Algunas tradiciones señalan que en Julio de 1843,
Sánchez pudo escapar de las persecuciones del Presidente Herard y así quedarse
en el país, porque estando enfermo se simuló su fallecimiento y su sepelio en
el cementerio de la Iglesia del Carmen de la ciudad de Santo Domingo. ¿Podría
haberse podido aplicar el rnismo sistema para esconder a Juan Pablo Duarte? ¿No
hubiera la autoridad haitiana realizado una investigación a fondo del caso,
para cerciorarse de la verdad de esa muerte? Creemos que la importancia de
Duarte lo ameritaba y que los invasores hubieran podido comprobar la falsedad
del truco.
Duarte es líder y apóstol, pero jamás caudillo,
Líder del Partido nacionalista, trinitario o duartista. Apóstol de la
Independencia y de la libertad dominicana. Lo único que no quiso ser fue
Caudillo, la postura más práctica en estos medios en desarrollo para adquirir
el mando e intervenir con éxito en la política interna de un país. Por eso no
triunfó materialmente ni fué gobernante ni jefe de facción. Su alta moralídad
se lo prohibía. Su combatividad no estaba en la guerra fratricida ni en la
lucha de partidos, ni en golpes militares, sino que se mostraba solamente,
frente al extranjero invasor y a los anti-dominicanos. Después de todo, esa
actitud era la que correspondía a un Padre, como lo era él, al no intervenir en
las reyertas intestinas de sus hijos. Pero aunque no fué Caudillo tampoco quiso
ser segundón de Santana o de Báez, como lo fueron muchos trinitarios y
"comunicados". Prefirió el ostracismo antes que servirle a la línea
entreguista y colonialista de estos dos mandones.
La crítica histórica no puede tomar como "vara
de medir" la vida y el ejemplo de Duarte para señalar la estatura de los
demás prohombres de nuestro acontecer. En Duarte hay un renunciamiento a lo
material, una línea invariable al ideal nacionalista, una postura mística, que
agregan a su figura patricia elementos conduncentes a consagrar una santidad.
Es uno de los libertadores de América más inmaculados y menos ambiciosos. No
será un notable intelectual, ni una espada famosa, ni un avezado político,
dones que no estarán muy a su alcance. Pero en dimensiones morales, en
tenacidad, en labor de propaganda y de conquista proselitista, tiene méritos
sobresalientes que lo hacen en esos campos una estrella de primera magnitud.
Si tomáramos las medidas duartianas como ha hecho
Jimenes Grullón para enfocar los procederes de Sánchez y de Mella, tenemos que
convenir en que habrá fallos y caídas en relación a la línea vertical que se ha
empleado como modelo. Aparecerán entonces las infidencias, las inconsecuencias,
las "traiciones" en el lenguaje agudo y analítico de Jimenes Grullón.
Pero si en cambio, estudiáramos a fondo el medio y las circunstancias que rodearon
a estos hombres, tendremos que ser más benignos y hasta más justos, para decir
la última palabra sobre ellos.
En un país donde siempre ha brillado la
intolerancia de las ideas políticas opuestas, en una época donde había
triunfado la idea protectoralista o anexionista, en unos gobiernos en manos de
los grandes terratenientes como Santana y Báez, una clase superior a la de los
pequeños burgueses como Duarte, Pina y Pérez, sólo se podía mantener una
postura inflexible en el exilio, como lo hizo Duarte.
Sánchez y Mella a través de sus actuaciones
demostraron no tener las dimensiones idealistas de su maestro como tampoco
cualidades de líderes o dirigentes políticos. Ellos parece que preferían vivir
en su patria, cumpliendo con sus deberes de padres de familia y al lado de los
suyos, que permanecían en Santo Domingo no como los de Duarte, expulsados en
Venezuela. En estas circunstancias tuvieron que plegarse a Santana y a Báez
para así poder disfrutar de una relativa tranquilidad para sus vidas y
seguridad para sus haciendas, como para las de sus parientes, por lo menos en
forma temporal, ya que también hubo más de una ocasión en que tuvieron que
tomar forzosamente el camino del destierro. Pero no obstante tales hechos,
ambos murieron en "olor de santidad" ...
Ambos murieron ofrendando sus vidas a la causa
nacionalista, reivindicando sus viejos nombres de patriotas. Sánchez en un
cadalso, despiadadamente fusilado. Mella, víctima de cruel enfermedad corno
consecuencia de su participación en la guerra restauradora. El balance de ambos
es positivo, muy superior a muchos otros de sus contemporáneos. Por eso, si no
pueden estar en las elevadas alturas de Padres de la Patria, hay que reconocer
en ellos proceridad ...
Juan Pablo Duarte

Luego de que las tropas del haitiano Toussaint
L'Ouverture llegaron al país en 1801, tomando posesión de la ciudad de Santo
Domingo, los Duarte salieron hacia Puerto Rico, residiendo en Mayagüez, Puerto
Rico, donde ha debido nacer su hijo primogénito Vicente Celestino, pero hasta
ahora no se ha encontrado constancia de ello. La familia regresó al país luego
de terminada la guerra de la Reconquista en 1809, cuando el país volvió a ser
colonia española.
Su padre trabajó tesonera y provechosamente en su
negocio de efectos de marina y ferretería, único en su género en la ciudad de
entonces, situado en la margen occidental del río Ozama, en la zona conocida
con el nombre de La Atarazana. En esta época nacieron, además de Juan Pablo,
dos de los cinco hijos llegados a mayores: Filomena y Rosa. Nacieron otros que
murieron jóvenes: Francisca, Sandalia y Manuel.
En 1828 o en 1829, con apenas quince años de edad,
y acompañado del señor Pablo Pujols, comerciante ligado a su familia, sale vía
Estados Unidos, Inglaterra, y Francia rumbo a España, radicándose en Barcelona,
donde tenía parientes. Poco se conoce de Duarte durante su permanencia en
España.
Para 1831 ó 1832 aparece de nuevo en Santo Domingo
y trabaja en el negocio de su padre. Realiza una intensa vida social que le
liga a importantes sectores de la pequeña burguesía urbana. Es testigo de
matrimonios, apadrina bautizos y asiste a reuniones de carácter cultural. Esa
vivencia de la sociedad es la que le permite percibir que existe un sentimiento
patriótico que rechaza la presencia de los haitianos en el país. El mérito de
Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en
que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de
aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación
haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno
liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas económicos
y resistencia interna en su territorio original.
Francisco del Rosario Sánchez

Nació en Santo Domingo el 9 de marzo de 1817,
durante los últimos años del período colonial conocido como la "España
Boba". Fue el primer hijo de la unión de Narciso Sánchez, tablajero de
profesión, y Olaya del Rosario, ambos personas de color. En el acta bautismal
de Olaya del Rosario aparece como "parda libre", lo que implica su
ascendencia africana. Cuando se unió a Narciso, ya era madre de un hijo a quien
su compañero le dio su apellido. Francisco nació antes de que sus padres
contrajeran matrimonio.
Poco sabemos de su niñez y adolescencia sino que,
en los primeros años de su juventud fue "peinetero en concha" y, a
los 22 años, escribiente del Estado Civil. Fue discípulo del padre Gaspar
Hernández.
No se conoce cuando comenzó su relación con Juan
Pablo Duarte pero el hecho de que no figuró entre los fundadores de la sociedad
secreta "La Trinitaria" en 1838, hace pensar que se conocieron
después de esa fecha. De todas formas, al ampliarse los trabajos de esa
organización patriótica Sánchez se convirtió en un Trinitario en quien Duarte
confiaba plenamente. Poco tiempo después de iniciados los trabajos que
persiguen la separación y la independencia, pasó a ser el segundo jefe del
movimiento. Extiende sus actividades de proselitismo e información fuera del ámbito
de la ciudad de Santo Domingo.
Luego del triunfo del movimiento
"reformista" que derrocó el gobierno de Boyer, cuando Charles Herard
viaja a la parte Este, Sánchez, perseguido, sale de Los Llanos y se dirige a
Santo Domingo, cruzando a nado el río Ozama y avisa a Duarte de la llegada de
Herard. Buscado por las autoridades se esconde y logra evadir la persecución
haciendo correr el rumor de que había muerto a consecuencia de enfermedad
repentina.
Ausente Juan Pablo del país, asume la dirección del
movimiento independentista que había entrado en su última y más peligrosa
etapa. Desde su escondite dirige con serena actitud los preparativos del
proyecto. Preside las reuniones del grupo y amplía contactos con representantes
del sector social más importante de la ciudad. Mella le presta efectiva y
oportuna colaboración. Para los primeros días de enero de 1844, redacta Sánchez
el Manifiesto de Separación que
será publicado con fecha del 16 de ese mes y, a petición de Mella, es enviado a
Tomás Bobadilla para su corrección.
Culminan en febrero los preparativos, y en reunión
celebrada la noche del 24, en la que se toman las decisiones finales, el grupo
de valientes elige a Sánchez, Comandante de Armas con el rango de coronel, lo
que constituyó un reconocimiento expreso a su jefatura política y militar. A
esa reunión asistieron además de Francisco del Rosario, Mella, Vicente
Celestino Duarte (hermano de Juan Pablo), los hermanos Puello y los de la
Concha (Jacinto y Tomás), Juan Alejandro Acosta y otros. A proposición de
algunos de sus compañeros entre los cuales figuraron Félix Mercenario, Manuel
María Valverde, Manuel Jiménez y Mariano Echavarría, se convino que Sánchez
presidiera la Junta de Gobierno que debía dirigir los destinos de la naciente
república. Es significativo señalar que los proponentes y la totalidad de los
que aceptaron, en términos sociales, tenían más categoría que Francisco del
Rosario, pero eso no les impedía reconocer las condiciones de liderato del
joven conjurado.
Matías Ramón Mella
De las tres grandes figuras próceres del siglo 19, fundadoras
de la República, Matías Ramón Mella representa la expresión
militante y decidida y el más adaptado a las actividades políticas de una sociedad
pre capitalista.

Como de otras figuras de la historia dominicana,
poco sabemos de la vida de Mella en sus primeros tiempos. En 1835, a los diecinueve
años, es nombrado "Preposé", o encargado de la común de San
Cristóbal. Al parecer allí se dedicó también al negocio del corte de madera,
actividad de la que se ocupaba Antonio Duvergé lo que supone que se conocieron
desde entonces.
Contrajo matrimonio a los veinte años con la joven
María Josefa Brea, perteneciente a una familia burguesa importante, aunque
ninguno de los dos aportó grandes bienes al matrimonio, según hace constar en
el testamento fechado 5 de mayo de 1859. Fue ya casado, cuando al parecer
adquirió sus bienes y propiedades, parte de ellos por vía hereditaria tras el
fallecimiento de su padre en febrero de 1837.
No se sabe tampoco cuando conoció a Juan Pablo
Duarte pero, fundada la sociedad secreta "La Trinitaria", se adhirió
a ella en calidad de "comunicado", junto a Francisco del Rosario
Sánchez y Félix María Del Monte. Duarte vio en Mella un discípulo de
condiciones excepcionales y lo designó para substituir a Juan Nepomuceno Ravelo
cuando éste fracasó en las gestiones que le encomendara, de llegar a un acuerdo
con los dirigentes haitianos cuando se organizara el movimiento de la Reforma
(paso previo para alcanzar la independencia).
Todavía en 1842 residía o visitaba con frecuencia a
San Cristóbal ligado al negocio del corte de madera. En enero de 1843 fue
comisionado por Duarte para trasladarse a la villa haitiana de Los Cayos de San
Luis, al sur de la isla, para hacer contactos con los revolucionarios
reformistas adversarios del presidente Boyer. La táctica correcta de Duarte de
aliarse con los enemigos de Boyer encontró en Mella un agente capaz de sumar a
los militares y civiles que, encabezados por Charles Herard, querían el
derrocamiento del presidente de la república que tenía más de veinticinco años
gobernando y cuyo mandato se había convertido en una represiva dictadura,
situación que facilitaba los planes de Duarte frente al régimen.
A su regreso de Los Cayos, luego del derrocamiento
de Boyer, Mella se trasladó al Cibao Central como agente propagador del ideal
republicano. Cuando Charles Herard, como Presidente de la República, visitó la
parte oriental, a su paso por esa región ordenó la prisión de Mella, Rafael
Servando Rodríguez y el sacerdote Juan Puigbert, acusándolos de querer destruir
el ejército y los remitió a Puerto Príncipe donde permanecieron dos meses
detenidos, regresando en septiembre a la parte oriental.
Los sucesos se precipitaron y, en ausencia de
Duarte, junto a Sánchez, activaron los preparativos revolucionarios. En enero
de 1844 ayudó a Sánchez, jefe del Movimiento, a redactar el Acta de
Independencia y, a sugerencia suya, se le llevó a Tomás Bobadilla para su
revisión.
En la noche del 27 de febrero de 1844 es de los
primeros conjurados en llegar a la Puerta de la Misericordia. Exhorta a unos
pocos temerosos a no abandonar el lugar y, audaz e impulsivo, Mella dispara su
famoso trabucazo en la Puerta de la Misericordia, partiendo desde allí los
conjurados hacia la Puerta del Conde, donde es proclamada la República e izada
la Bandera Dominicana.