Los Tres Padre de la Patria.


                         Los Padres de la Patria



El hecho de que República Dominicana posea tres Padres de la Patria: Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, es fruto de una negociación en uno de los gobiernos de Ulises Hereaux, luego de que diferentes sectores, integrados por seguidores y familiares de esos patriotas, se disputaran la primacía de uno u otro durante la gesta libertaria. En relación a este tema, presentamos el siguiente trabajo.






¿Uno o varios Padres de la Patria?




Dr. Julio Genaro Campillo Pérez

Biografía 




Resumido del Prólogo al libro El Mito de los Padres de la Patria, de J.I. Jiménez Grullón
El dominicano desde su niñez comienza a familiarse entre otras originales costumbres, con la tradicional doctrina del número tres. Así en el hogar aprende la existencia de los "tres Reyes Magos": Gaspar, Melchor y Baltazar; en la iglesia, "las tres divinas personas": Padre, Hijo y Espíritu Santo; en la escuela, "los tres Padres de la Patria": Duarte; Sánchez y Mella. Luego seguirá conociendo: las tres regiones naturales que componen el país: Cibao, Sur y Este; los tres colores de la bandera nacional: azul, rojo y blanco; las tres divisas del lema nacional: Dios, Patria y Libertad; las tres grandes cordilleras: Septentrional, Central y Meridional; los tres grandes dominios fluviales: Yaque del Norte, Yuna y Yaque del Sur; la base triple de tres miembros cada uno que constituían la sociedad patriótica "La Trinitaria" y muchísimos otros "tres".
En tales circunstancias, resulta un poco extraño que haya personas que aboguen por la desaparición de los tres Padres de la Patria, como lo propugnó Jimenes Grullón, al considerar a dicha tríada como "mito con raices espúreas". Cierto es, que el tiempo y la investigación han venido lentamente socavando semejante tríada, al extremo que no resulta aventurado afirmar que la tendencia natural que hoy se manifiesta finalizará en un no muy lejano día con una exterminación de esa tradición. Espontáneamente, sin deliberación previa, en círculos oficiales y privados, se va imponiendo, pese a algunos de sus detractores, una figura central y superior, la figura de Juan Pablo Duarte.
En nuestras múltiples conversaciones y contactos con personas amantes de los estudios históricos, no importa su edad o escuela, hemos podido apreciar la existencia con fuerza de golpeante realidad, sin apasionamientos ni prejuicios, de un sentimiento generalizado y abrumador que proclama a Duarte como el único y verdadero Padre de la Patria. Y no hay que dudar que esa corriente mayoritaria sea la causa de que, a medida que pasa el tiempo, se vayan multiplicando los homenajes y conmemoraciones duartianas, y en cambio, se vayan reduciendo los mismos tributos en favor de Sánchez y de Mella.
Tal consenso no es mero capricho, soberbia inútil o ciega obstinación. Es el fruto de la investigación serena y el estudio desapasionado. Cuando se busca el origen de nuestra nacionalidad y el ideal que la sustentó, cuando se busca la fé prodigiosa que necesitó esa nacionalidad para poder subsistir en una época en la cual se dudaba tanto de ella, se encuentra uno, quiéralo o no, frente a frente, con Juan Pablo Duarte. ¿No es pues aquí donde debe residir la paternidad de la Patria? Porque de ese mismo pensamiento tenaz, de esa misma esperanza invencible, saldrían las posteriores ejecutorias, como fueron la obra inicial del 27 de Febrero y las gloriosas acciones reafirmadoras del 19 de Marzo y del 30 de Marzo. Como lo serían con el correr del tiempo, las batallas de Las Carreras, Santomé, Beller, Sabana Larga; la Restauración Nacional, el rechazo de los proyectos anexionistas de Báez y la resistencia a las ocupaciones norteamericanas de 1916-1924 y de 1965, así .como todos los demás gestos y acciones nacionalistas que registra nuestra historia. No importa que haya presencia física, porque la presencia física desaparece en unas cuantas décadas de vida terrenal, mientras que la Patria dura centurias y más centurias. Lo que importa es la proyección a través del tiempo del ideal nacionalista, ése que mantiene en todo momento la soberanía, la independencia y la dignidad de la República. El fundador, el creador de ese ideal que mantiene la vigencia y la realidad de la Patria, es indudablemente el Padre.
Si la presencia de Sánchez y de Mella en la Puerta del Conde es uno de los factores más importantes que se han tomado en cuenta para proclamarlos Padres de la Patria, entonces tendremos que ha habido notoria injusticia con respecto a otros próceres dominicanos. Entonces Padres de la Patria serían Santana por el 19 de Marzo, Imbert y Valerio por el 30 de Marzo; Bobadilla, Báez y Valencia por haber organizado políticamente el Estado Dominicano y así sucesivamente muchos otros pioneros de los primeros días de vida republicana. Porque sin todos esos acontecimientos que se sumaron a su causa, el 27 de Febrero hubiera perecido en su cuna.
En el terreno mortal la primacía de Duarte es reconocida por sus propios contemporáneos. En la gloria y en la adversidad.
En la gloria:
a.       Presidente y fundador de la sociedad La Trinitaria, 16 de Julio de 1838;
b.      Jefe del Partido liberal y nacionalista "Duartista" o "filorio";
c.       Proclamada la República es inmediatamente solicitado mediante embajada especial para que regrese a la Patria, 2 de Marzo de 1844;
d.      Saludado como Padre de la Patria por el Arzobispo Portes, 15 de Marzo de 1844;
e.       Comandante en Jefe del Ejército propuesto por la oficialidad castrense de Santo Domingo, 31 de Mayo de 1844;
f.       Proclamado Presidente de la República por Mella, Julio 1844.
En la adversidad:
a.       El más tenazmente perseguido por el Presidente [haitiano] Herard, Julio 1843;
b.      Sus ideales considerados como "aspiraciones criminales de Juan Pablo Duarte y consortes", en proclama de Santana, Julio 1844;
c.       Llamado "el anarquista Duarte" y su obra juzgada como "proyecto elaborado de antemano por el General Duarte y sus partidarios tendiente a.sustituir el pabellón dominicano con la bandera de Colombia", en Proclama del General Pedro Santana, 28 de Julio de 1844;
d.      Declarado en primer lugar, seguido por Mella y Sánchez, como "traidor e infiel a la Patria y como tal indigno de los empleos y cargos que ejercía", por sentencia de la Junta Central Gubernativa, del 22 de Julio de 1844;
e.       Tachado de "joven inexperto, que lejos de haber servido a su país, jamás ha hecho otra cosa que comprometer su seguridad y libertades" por Tornás Bobadilla en su discurso inaugural del Soberano Congreso Constituyente de San Cristóbal;
f.       Su familia es la única del grupo trinitario que es deportada por Santana, 3 Marzo 1845.
Algunas tradiciones señalan que en Julio de 1843, Sánchez pudo escapar de las persecuciones del Presidente Herard y así quedarse en el país, porque estando enfermo se simuló su fallecimiento y su sepelio en el cementerio de la Iglesia del Carmen de la ciudad de Santo Domingo. ¿Podría haberse podido aplicar el rnismo sistema para esconder a Juan Pablo Duarte? ¿No hubiera la autoridad haitiana realizado una investigación a fondo del caso, para cerciorarse de la verdad de esa muerte? Creemos que la importancia de Duarte lo ameritaba y que los invasores hubieran podido comprobar la falsedad del truco.
Duarte es líder y apóstol, pero jamás caudillo, Líder del Partido nacionalista, trinitario o duartista. Apóstol de la Independencia y de la libertad dominicana. Lo único que no quiso ser fue Caudillo, la postura más práctica en estos medios en desarrollo para adquirir el mando e intervenir con éxito en la política interna de un país. Por eso no triunfó materialmente ni fué gobernante ni jefe de facción. Su alta moralídad se lo prohibía. Su combatividad no estaba en la guerra fratricida ni en la lucha de partidos, ni en golpes militares, sino que se mostraba solamente, frente al extranjero invasor y a los anti-dominicanos. Después de todo, esa actitud era la que correspondía a un Padre, como lo era él, al no intervenir en las reyertas intestinas de sus hijos. Pero aunque no fué Caudillo tampoco quiso ser segundón de Santana o de Báez, como lo fueron muchos trinitarios y "comunicados". Prefirió el ostracismo antes que servirle a la línea entreguista y colonialista de estos dos mandones.
La crítica histórica no puede tomar como "vara de medir" la vida y el ejemplo de Duarte para señalar la estatura de los demás prohombres de nuestro acontecer. En Duarte hay un renunciamiento a lo material, una línea invariable al ideal nacionalista, una postura mística, que agregan a su figura patricia elementos conduncentes a consagrar una santidad. Es uno de los libertadores de América más inmaculados y menos ambiciosos. No será un notable intelectual, ni una espada famosa, ni un avezado político, dones que no estarán muy a su alcance. Pero en dimensiones morales, en tenacidad, en labor de propaganda y de conquista proselitista, tiene méritos sobresalientes que lo hacen en esos campos una estrella de primera magnitud.
Si tomáramos las medidas duartianas como ha hecho Jimenes Grullón para enfocar los procederes de Sánchez y de Mella, tenemos que convenir en que habrá fallos y caídas en relación a la línea vertical que se ha empleado como modelo. Aparecerán entonces las infidencias, las inconsecuencias, las "traiciones" en el lenguaje agudo y analítico de Jimenes Grullón. Pero si en cambio, estudiáramos a fondo el medio y las circunstancias que rodearon a estos hombres, tendremos que ser más benignos y hasta más justos, para decir la última palabra sobre ellos.
En un país donde siempre ha brillado la intolerancia de las ideas políticas opuestas, en una época donde había triunfado la idea protectoralista o anexionista, en unos gobiernos en manos de los grandes terratenientes como Santana y Báez, una clase superior a la de los pequeños burgueses como Duarte, Pina y Pérez, sólo se podía mantener una postura inflexible en el exilio, como lo hizo Duarte.
Sánchez y Mella a través de sus actuaciones demostraron no tener las dimensiones idealistas de su maestro como tampoco cualidades de líderes o dirigentes políticos. Ellos parece que preferían vivir en su patria, cumpliendo con sus deberes de padres de familia y al lado de los suyos, que permanecían en Santo Domingo no como los de Duarte, expulsados en Venezuela. En estas circunstancias tuvieron que plegarse a Santana y a Báez para así poder disfrutar de una relativa tranquilidad para sus vidas y seguridad para sus haciendas, como para las de sus parientes, por lo menos en forma temporal, ya que también hubo más de una ocasión en que tuvieron que tomar forzosamente el camino del destierro. Pero no obstante tales hechos, ambos murieron en "olor de santidad" ...
Ambos murieron ofrendando sus vidas a la causa nacionalista, reivindicando sus viejos nombres de patriotas. Sánchez en un cadalso, despiadadamente fusilado. Mella, víctima de cruel enfermedad corno consecuencia de su participación en la guerra restauradora. El balance de ambos es positivo, muy superior a muchos otros de sus contemporáneos. Por eso, si no pueden estar en las elevadas alturas de Padres de la Patria, hay que reconocer en ellos proceridad ...








Juan Pablo Duarte


Nació en la ciudad de Santo Domingo el 26 de enero de 1813, durante el período conocido como el de la "España Boba". Sus padres fueron Juan José Duarte, oriundo de Vejer de la Frontera en la provincia española de Cádiz, y Manuela Diez Jiménez, oriunda de El Seibo, hija a su vez de padre español y madre dominicana.
Luego de que las tropas del haitiano Toussaint L'Ouverture llegaron al país en 1801, tomando posesión de la ciudad de Santo Domingo, los Duarte salieron hacia Puerto Rico, residiendo en Mayagüez, Puerto Rico, donde ha debido nacer su hijo primogénito Vicente Celestino, pero hasta ahora no se ha encontrado constancia de ello. La familia regresó al país luego de terminada la guerra de la Reconquista en 1809, cuando el país volvió a ser colonia española.
Su padre trabajó tesonera y provechosamente en su negocio de efectos de marina y ferretería, único en su género en la ciudad de entonces, situado en la margen occidental del río Ozama, en la zona conocida con el nombre de La Atarazana. En esta época nacieron, además de Juan Pablo, dos de los cinco hijos llegados a mayores: Filomena y Rosa. Nacieron otros que murieron jóvenes: Francisca, Sandalia y Manuel.
En 1828 o en 1829, con apenas quince años de edad, y acompañado del señor Pablo Pujols, comerciante ligado a su familia, sale vía Estados Unidos, Inglaterra, y Francia rumbo a España, radicándose en Barcelona, donde tenía parientes. Poco se conoce de Duarte durante su permanencia en España.
Para 1831 ó 1832 aparece de nuevo en Santo Domingo y trabaja en el negocio de su padre. Realiza una intensa vida social que le liga a importantes sectores de la pequeña burguesía urbana. Es testigo de matrimonios, apadrina bautizos y asiste a reuniones de carácter cultural. Esa vivencia de la sociedad es la que le permite percibir que existe un sentimiento patriótico que rechaza la presencia de los haitianos en el país. El mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuente en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, pasó a ser una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original.








Francisco del Rosario Sánchez





Francisco del Rosario Sánchez es uno de los grandes próceres republicanos de la historia dominicana. Héroe del 27 de febrero de 1844, hombre de acción y, como Duarte, Mella, Cabral, Pimentel, Manzueta, Adón y otros, expresión auténtica de dominicanidad y de vocación patriótica, republicana y revolucionaria. Su vida como hombre público fue honesta, incorruptible e inmaculada y fue marcada por su comportamiento valiente, temerario e ingenuo.
Nació en Santo Domingo el 9 de marzo de 1817, durante los últimos años del período colonial conocido como la "España Boba". Fue el primer hijo de la unión de Narciso Sánchez, tablajero de profesión, y Olaya del Rosario, ambos personas de color. En el acta bautismal de Olaya del Rosario aparece como "parda libre", lo que implica su ascendencia africana. Cuando se unió a Narciso, ya era madre de un hijo a quien su compañero le dio su apellido. Francisco nació antes de que sus padres contrajeran matrimonio.
Poco sabemos de su niñez y adolescencia sino que, en los primeros años de su juventud fue "peinetero en concha" y, a los 22 años, escribiente del Estado Civil. Fue discípulo del padre Gaspar Hernández.
No se conoce cuando comenzó su relación con Juan Pablo Duarte pero el hecho de que no figuró entre los fundadores de la sociedad secreta "La Trinitaria" en 1838, hace pensar que se conocieron después de esa fecha. De todas formas, al ampliarse los trabajos de esa organización patriótica Sánchez se convirtió en un Trinitario en quien Duarte confiaba plenamente. Poco tiempo después de iniciados los trabajos que persiguen la separación y la independencia, pasó a ser el segundo jefe del movimiento. Extiende sus actividades de proselitismo e información fuera del ámbito de la ciudad de Santo Domingo.
Luego del triunfo del movimiento "reformista" que derrocó el gobierno de Boyer, cuando Charles Herard viaja a la parte Este, Sánchez, perseguido, sale de Los Llanos y se dirige a Santo Domingo, cruzando a nado el río Ozama y avisa a Duarte de la llegada de Herard. Buscado por las autoridades se esconde y logra evadir la persecución haciendo correr el rumor de que había muerto a consecuencia de enfermedad repentina.
Ausente Juan Pablo del país, asume la dirección del movimiento independentista que había entrado en su última y más peligrosa etapa. Desde su escondite dirige con serena actitud los preparativos del proyecto. Preside las reuniones del grupo y amplía contactos con representantes del sector social más importante de la ciudad. Mella le presta efectiva y oportuna colaboración. Para los primeros días de enero de 1844, redacta Sánchez el Manifiesto de Separación que será publicado con fecha del 16 de ese mes y, a petición de Mella, es enviado a Tomás Bobadilla para su corrección.
Culminan en febrero los preparativos, y en reunión celebrada la noche del 24, en la que se toman las decisiones finales, el grupo de valientes elige a Sánchez, Comandante de Armas con el rango de coronel, lo que constituyó un reconocimiento expreso a su jefatura política y militar. A esa reunión asistieron además de Francisco del Rosario, Mella, Vicente Celestino Duarte (hermano de Juan Pablo), los hermanos Puello y los de la Concha (Jacinto y Tomás), Juan Alejandro Acosta y otros. A proposición de algunos de sus compañeros entre los cuales figuraron Félix Mercenario, Manuel María Valverde, Manuel Jiménez y Mariano Echavarría, se convino que Sánchez presidiera la Junta de Gobierno que debía dirigir los destinos de la naciente república. Es significativo señalar que los proponentes y la totalidad de los que aceptaron, en términos sociales, tenían más categoría que Francisco del Rosario, pero eso no les impedía reconocer las condiciones de liderato del joven conjurado.




Matías Ramón Mella



De las tres grandes figuras próceres del siglo 19, fundadoras de la República, Matías Ramón Mella representa la expresión militante y decidida y el más adaptado a las actividades políticas de una sociedad pre capitalista.
Matías Ramón (que años atrás se le llamaba erróneamente Ramón Matías) nació el 25 de febrero de 1816 en la ciudad de Santo Domingo, hijo de Antonio Mella Álvarez y Francisca Castillo Álvarez. En Santo Domingo creció y vivió, adquiriendo para su adolescencia y primera juventud fama de hombre de valor. Se le reputaba como muy diestro en el uso de la espada y el sable.
Como de otras figuras de la historia dominicana, poco sabemos de la vida de Mella en sus primeros tiempos. En 1835, a los diecinueve años, es nombrado "Preposé", o encargado de la común de San Cristóbal. Al parecer allí se dedicó también al negocio del corte de madera, actividad de la que se ocupaba Antonio Duvergé lo que supone que se conocieron desde entonces.
Contrajo matrimonio a los veinte años con la joven María Josefa Brea, perteneciente a una familia burguesa importante, aunque ninguno de los dos aportó grandes bienes al matrimonio, según hace constar en el testamento fechado 5 de mayo de 1859. Fue ya casado, cuando al parecer adquirió sus bienes y propiedades, parte de ellos por vía hereditaria tras el fallecimiento de su padre en febrero de 1837.
No se sabe tampoco cuando conoció a Juan Pablo Duarte pero, fundada la sociedad secreta "La Trinitaria", se adhirió a ella en calidad de "comunicado", junto a Francisco del Rosario Sánchez y Félix María Del Monte. Duarte vio en Mella un discípulo de condiciones excepcionales y lo designó para substituir a Juan Nepomuceno Ravelo cuando éste fracasó en las gestiones que le encomendara, de llegar a un acuerdo con los dirigentes haitianos cuando se organizara el movimiento de la Reforma (paso previo para alcanzar la independencia).
Todavía en 1842 residía o visitaba con frecuencia a San Cristóbal ligado al negocio del corte de madera. En enero de 1843 fue comisionado por Duarte para trasladarse a la villa haitiana de Los Cayos de San Luis, al sur de la isla, para hacer contactos con los revolucionarios reformistas adversarios del presidente Boyer. La táctica correcta de Duarte de aliarse con los enemigos de Boyer encontró en Mella un agente capaz de sumar a los militares y civiles que, encabezados por Charles Herard, querían el derrocamiento del presidente de la república que tenía más de veinticinco años gobernando y cuyo mandato se había convertido en una represiva dictadura, situación que facilitaba los planes de Duarte frente al régimen.
A su regreso de Los Cayos, luego del derrocamiento de Boyer, Mella se trasladó al Cibao Central como agente propagador del ideal republicano. Cuando Charles Herard, como Presidente de la República, visitó la parte oriental, a su paso por esa región ordenó la prisión de Mella, Rafael Servando Rodríguez y el sacerdote Juan Puigbert, acusándolos de querer destruir el ejército y los remitió a Puerto Príncipe donde permanecieron dos meses detenidos, regresando en septiembre a la parte oriental.
Los sucesos se precipitaron y, en ausencia de Duarte, junto a Sánchez, activaron los preparativos revolucionarios. En enero de 1844 ayudó a Sánchez, jefe del Movimiento, a redactar el Acta de Independencia y, a sugerencia suya, se le llevó a Tomás Bobadilla para su revisión.
En la noche del 27 de febrero de 1844 es de los primeros conjurados en llegar a la Puerta de la Misericordia. Exhorta a unos pocos temerosos a no abandonar el lugar y, audaz e impulsivo, Mella dispara su famoso trabucazo en la Puerta de la Misericordia, partiendo desde allí los conjurados hacia la Puerta del Conde, donde es proclamada la República e izada la Bandera Dominicana.